Está claro que los objetivos de la felicidad humana, comportan un equilibrio entre estar contentos en el terreno personal y por supuesto, en el profesional. Al fin y al cabo es donde pasamos una gran parte del tiempo y es imprescindible sentirnos lo más cómodos y realizados posibles. Por ello, es importante que la elección que hagamos sea lo más adecuada posible y que, dedicándonos a la seguridad, donde hay diferentes ramas, acertemos el tiro a lo que nos resulte más atractivo y con salidas laborales.
Hace tiempo, quisimos dar en SbD una guía para ayudar a la trayectoria profesional de aquellos lectores que quieran mejorar su titulación y conocimientos. Para ello resumimos las certificaciones oficiales más reconocidas, indicando si la misma es técnica o no, si está dedicada a auditoría, consultoría, gestión, etc,… requisitos como experiencia previa, etc,…. para saber por dónde tirar.
Sin embargo, ¿qué es lo que buscamos en este tipo de posgrados o especializaciones? Tal cual están los tiempos en los que las empresas están sobredimensionando un montón los requisitos de los candidatos y que piden un consultor “Ferrari” para cubrir un puesto que lo pueden hacer con uno de tipo “Dacia Logan” (sin ánimo de ofender a los propietarios de un Dacia Logan), está claro que cuanto mayor sea el palmarés de titulaciones que tengamos, mejor. Sin embargo, creo que en el momento de buscar formación complementaria a la actual, además del reconocimiento y la ventaja a la hora de encontrar cuanto antes un puesto de trabajo en el que seamos felices, nos debería mover el saber que lo que vamos a aprender en dicha certificación nos valga para algo en la vida real y práctica.
Desde mi punto de vista y mi experiencia (sólo cuento con dos certificaciones de las reconocidas: CISSP y CISA), el haber pasado por un montón de tiempo de estudio en ambas y sabiendo que CISSP es “mucho más” técnica que CISA y que esta última, además está más enfocada al mundo de la auditoría, no termino de obtener un beneficio claro de la inversión de tantas horas y sesiones de estudio. En realidad, mientras devoraba los manuales y libros oficiales de las mismas, enlazaba aspectos o situaciones de la vida real que me habían ocurrido y me ocurren en mi entorno laboral, más que aprender cosas en las que yo pienso que puedo sacar provecho en un futuro.
Efectivamente, ambas certificaciones están muy reconocidas en el mundo de la seguridad informática y supongo que son de las más priorizadas a la hora de obtener alguna, pero creo que el hambre a saciar por mi parte, era más de contenido técnico que otra cosa. Por eso creo que la siguiente a obtener después de las del ISC2 e ISACA, debería ser algo más dedicado a lo que realmente me gusta como CEH, CHFI o quizá alguna de las de GIAC/SANS.
De esta manera, además de cubrir los requisitos de búsqueda que muchos headhunters utilizan en base a buscar profesionales cualificados en Linkedin filtrando por CISSP y CISA, habré disfrutado de una lectura y práctica con más contenido técnico que sienta que me aporta realmente algo más que simplemente quedar formal y serio en el CV.
Como no todos somos iguales, quizá vosotros tengáis una forma diferente de pensar. Unos defenderán la necesidad de saciar el hambre de conocimiento por encima de todo en primer lugar, y otros se guiarán más por la necesidad de encontrar un trabajo mejor, y lo verán como un “must” a tener en cuenta para sumar puntos a la hora de ser el finalista elegido dada la compleja situación laboral actual (al menos en España).
Dado que estas certificaciones suponen una importante inversión en términos de tiempo y dinero, está claro que aunque las queramos tener todas, hay que priorizar y cortar por algún sitio.
Es evidente, que dependiendo del perfil demandado por las empresas que abren un proceso de selección, buscarán por consultores cualificados con unas u otras certificaciones,… pero ¿qué preferimos nosotros?
Fuente: SecurityByDefault